El niño apocalíptico y las hadas descoloridas

Este era un bar con forma de huevo en la calle gallina, el niño bebía su copa de ron número tres, se sentía como un pollito incubando su propia borrachera, el niño bebía con la mirada enterrada en la barra, el barman era un tipo gordo de bigote pequeño que resaltaba sus inmensos cachetes, “Eh, creo que eres muy joven para beber así”, dijo el gordo; el niño ni siquiera volteó y siguió bebiendo su copa hasta el fondo. Llegó una mujer, no podía verla claramente, su voz le parecía dulce, se acostaron esa noche y muchas noches en varios meses, después ella se fue y le escribía cartas para decir que quería volver a verlo, para decirle que no podía imaginar su vida sin volver a verlo.

Este era un bar con forma de silencio en la calle sombría, el niño bebía su copa de tequila número tres, bebía como siempre con la mirada enterrada en algún sitio del bar, en este bar cada quien se servía lo que quería y al final pagaba como podía, el precio siempre era muy alto, algunos nunca salían. Apareció una mujer vestida de rojo, era la definición que muchos podrían dar de la belleza, lo sumergió en una conversación que pasó por todas las esferas de su cerebro, lo revolvió y casi lo confundió, su vestido rojo se subió hasta su rostro y toda ella se disolvió en la ausencia de un corazón. El niño bebió y salió a su propio encuentro.

Este era un bar en la esquina de su casa, en realidad estaba bebiendo en su propia casa y pensaba que estaba en un bar; hasta que se le aparecieron las hadas descoloridas, una era blanca, otra negra y la tercera estaba escondida detrás de un armario. “¿Por qué bebes todas las tardes, todos los fines de semana, por qué no encuentras algo diferente?” “A ti qué te importa, claro, eres un hada alucinógena en esta borrachera imaginaria, tu vida es perfecta porque no existes, pero yo soy así, me gusta esta sensación de ebriedad y futilidad de todo, me gusta despertar y ver que los días pasen como un sueño, entregarme a mis demencias sin un objetivo más que caer en mí mismo.” “Puedes caer todo lo que quieras en ti, pero hay un mundo afuera que necesita de alguien les dé a sus vidas con qué sobrellevar la futilidad impuesta de los horarios, las conversaciones banales, las comidas solitarias.” “Yo no quiero hacer eso, cada quien tiene sus problemas y no tengo por qué darle nada a nadie, acaso lo van a apreciar, acaso van a cambiar un poco su sensibilidad, ellos están perdidos en esa supuesta claridad, yo estoy perdido en esta profunda oscuridad.”

Y entonces apareció la mujer difusa, desnuda, caminando por la sombra de su casa, él la vio venir sentado en su profundo abismo, abrió sus ojos para recibirla con todo el cuerpo, la resaca era muy fuerte, los días solitarios habían sido demasiados, pesadez y destrucción corroían sus ojos que se iban perdiendo, mientras estiraba su brazo para alcanzar a una mujer sin rostro, ¿cómo supo que la amaba?:

Cuando cerró los ojos pronunció sus nombre y murió soñándola.

2 comentarios:

  1. Este sí es un cuento sobre amor y mujeres posmoderno. Felicitaciones.

    AW

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