El burro y la Princesa


Pasados muchos meses la Princesa volvió a encontrarse con el burro, doctor de corazones tristes, con las mismas lujuria en sus ojos, la misma arrechura, los mismos nervios y la misma ligereza.

-Doc -gritó la Princesa levantándose de un salto y corriendo a su encuentro-, te he estado buscando en el callejón pero no te he visto.

-Hay muchas cosas que no ves, sé la razón de tu arrechura y quiero ayudarte.

-¿Cómo lo sabes?

-Me lo dijo un pajarito. A decir verdad, una banda de amigos tuyos me lo contaron cuando vinieron a pedirme consejo después de que dejaras de gemir. Sus testículos estaban tan llenos que apenas podían caminar.

-Sí, conozco ese sentimiento... quiero decir, lo que se siente cuando... - suspiró la Princesa - Ojalá supiera la forma de no sentirme así y volver a gemir con los pájaros, sería feliz y todo sería perfecto. Tienes que ayudarme Doc, ya lo he intentado todo y nada ha dado resultado.

-Está bien, nada ha funcionado, en efecto conozco la solución.

La Princesita frunció el ceño mientras pensaba lo que el Doc. Burro le había dicho.

-Hacerlo agachada es algo que no has intentado. Debes dejar de echarte boca arriba y comenzar a hacerlo agachada. Eso es, agachada y no decir nada; no dar explicaciones, no defenderte, no poner las cosas en orden, no protestar, no pedir perdón, no amenazar, no preocuparte, no pasarte noches en vela pensando, planeando y calculando. Cuando lo hagas agachada, en realidad estarás haciéndolo bien.

-¡Eso no se puede decir así como así! - dijo la Princesa haciéndose la dama- No puedo hacerlo así!

-Hazme caso y verás, los burros sabemos muchas cosas, somos muy sabios. Pues para que cambien las cosas, debes cambiar tú primero. Debes elegir ser feliz antes que hacer lo conveniente.

-¡Quiero pasar el tiempo hacía mi gran futuro feliz, en este mismo instante!

-La impaciencia, mi querida pendeja, digo, Princesa, sólo es la ignorancia de lo que se supone que está ocurriendo en este preciso momento.

- ¡Oh, Doc Burro! ¿agachada dará resultado?... Me rindo.

- Es mejor, cede y recibe con desesperación.

La aceptación de las cosas que te pueden atravesar pueden atravesar a los demás, no es una elección. Pero puedes gemir lo mejor que sepas y tanto como te sea posible.

Esa noche la Princesa recibió lo que le tocaba, pero sabía que no debía rendirse, ya que no quería entrar en la desesperación, no quería quedarse con esa sensación de arrechura y menos seguir pujando, eligió tomar el consejo del doctor de corazones tristes, agacharse y recibir.

8 comentarios:

  1. Anónimo19.7.10

    Chupame la pinga gorgoja

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  2. Chupame la pinga, colorado...

    El Gorgojo en vez de chupártela se va a meter por tu meato y te vas a cagar, huevonazo. Así que no pidás boludeces y más bien chupámela a mí.

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  3. ¿qué tal si hacemos una fiesta y nos las chupamos todos a la vez?

    -.-!

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  4. ¡Traje algo para chupar no me dejen afuera!,
    sino me llevo a la pendeja, digo, princesa

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  5. igual, yo acá no me agacho ni para juntar el jabón...

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  6. Constitución universal, articulo 68, apartado 3:

    Los ciudadanos de este mundo deben chuparse la pinga mutuamente, es la base de la democracia.

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  7. Qué democracia ni que ocho cuartos. Chúpenmela todos y se acabó...

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  8. hay que ser muy nostálgico o muy imbécil para exigir mamadas por internet.

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